Hoy, sabía mi boca.
A tu azúcar…al sabor de tu inmensidad.
Mientras, te desnudaba en la noche,
y le pedía a algún ser supremo,
que me dijera como tocar tu rostro
o tal vez tu pelo acariciar.
Y que bailaras, bautizando mis ojos
con tus gotas saladas, nacidas de las
comisuras
de tus párpados, entre el rímel y el
carmesí de tu tono.
Hoy mi boca, sabía a Ninfa noctámbula,
que entre la lengua y los labios
apretó mucho más, para ser fuerte.
Y decirle, ¿A dónde irán tantos besos?
Tantos ¡te amo! fervientes, guardados en el
tintero
y trasnochadas madrugadas,
esperando por quien ahora no le puede ver.
Hoy mi boca, siente alegría y tristeza,
es el empeño, mi voluntad
quien a ratos revuelve mi estómago,
para no irme nunca, jamás.
Pero a minutos, de algunas veces
siento no poder más...
Y mis manos se congelan
buscando a su sueño, mi amor de altamar...
Del norte, del sur, de oriente, ¿Dónde
estás?
De barcos, navegantes,
de rosas, y de poetas, cantantes…del mundo
real,
y de repente me quedo mirando.
Las ninfas que a rato vienen a buscar
y me amarro con navajas la boca,
para no hacerles enojar.
Pero llevo esta inquietud mía,
de solo pensar, tú tan celosa y yo en celo,
niña traviesa, no encajes tus dedos,
para el sol alcanzar,
Pues el viaje a ello te puede quemar
y de repente, tus manos y cabello
se queden ardiendo, en el deseo
de ser mía y de nadie más.
Pero me pesa y me atraviesa
la pena de no ser, más que de lejos
un amor fiel, proveedor de sueños,
de un coctel de besos y te quieros,
de inspiración, amando a la distancia
y sin saber
si un día la tendré.
La niña que chisporroteaba sus cándidos
iris,
cristalinos, de amando una vez,
o si una suerte en el camino…
Me haga, hoy, volverla a ver.
© Enrique Palma...(Derechos de
autor)...6/3/2015…
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